jueves, 10 de marzo de 2016

Emergencia cultural ante el abuso del neoliberalismo

Desprecio absoluto por la vida de los refugiados. Xenofobia institucional. Crisis económica y modelo de desarrollo inhumano. Paro estructural. Corrupción epidémica y sistémica. Periodismo miserable y mercenario. Enchufismo político y empresarial. Contaminación. Intolerancia cultural. Mercantilización de todos los ámbitos de la vida privada. Eufemización del robo público y de la desigualdad programada. Irresponsabilidad gubernativa y parlamentaria. Pobreza. Desigualdad. Uso y abuso del miedo sobre la sociedad para legitimar posiciones de poder. Disfraces electoralistas. Individualismo extremo. Soledad. Dependencia financiera consentida. Monarquía decorativa. Sanidad asfixiada. Educación socavada.

¡Ya está bien! Levantarse cada mañana y leer lo que dice la prensa seria -subráyese seria y añádase alternativa- le lleva a uno a cuestionarse cómo narices puede seguir la sociedad sometida a este cruel sinsentido. Aunque no lo parezca, el diagnóstico resulta sencillo partiendo de la premisa de que aplicar el sentido común no va con las instituciones europeas ni con el gobierno de España, pues prefieren actuar en función del sentido de sus privilegios: cerrar fronteras y calentar jacuzzis; exigir reajustes de la deuda y mejorar sus condiciones de enriquecimiento; presumir de sueño europeo y ser la pesadilla de las regiones meridionales. Uno se pregunta “¿hasta cuándo?” Y se contesta: “hasta que el estanque se quede sin agua y salten las ranas”.

Al neoliberalismo le quedan muchas armas todavía. Armas de anulación masiva de la justicia social, económica y jurídica y estrategias de cercamiento al pueblo, a la gente, a la mayoría, o como quieran llamarle. El TISA aprobado en el parlamento europeo por populares, socialistas y ciudadanos adelanta la estacada final hacia un Matrix capitalista neo-neoliberal que permitirá anclar firmemente al faraón y darle la vida eterna en un valle de reyes globalizado. Los mandamientos están claros: "liberaliza el comercio", "produce", "supérate", "compite", "invierte", "sé eficaz", "sé fiel a la corporación ", "sé un ganador y, por supuesto, nunca un perdedor". Tócate las narices. ¿Y dónde hay hueco para los demás? ¿dónde hay sitio para la gente que prefiere equilibrar la balanza para que TODOS vivan dignamente? Sí, efectivamente, el hueco está en el vertedero. Vamos mal, pero podemos ir a peor.

Pensemos en el desarrollo de las máquinas y su aplicación en la vida laboral. Cajeros y peajes automáticos, robots multitarea o máquinas industriales están sustituyendo la mano de obra y, con ello, suprimiendo la fuente de ingresos de muchas familias que dependían de los frutos de esa labor. La excusa del superemprendedor será la del aumento de los beneficios por reducción de costes relacionados con el capital variable. ¡Bravo! Y justificarán este crimen sobre la base de versículos escritos por economistas bendecidos como Friedrich Hayek quien, refugiándose en un premio nobel creado para la consolidación del sistema vigente, afirmará que la intervención del poder público en el ámbito económico conduce inexorablemente hacia la consolidación de totalitarismos. De nuevo, tócate las narices. ¿Y cómo solucionó EEUU los desastres del capitalismo tras la Gran Depresión? ¿Acaso el nazismo empezó siendo un fenómeno ideológico de izquierdas?

Como afirmó recientemente el economista Vicenç Navarro "el neoliberalismo es una religión, fundada por los dioses económicos que rigen el mundo, y que se sostiene a base de fe, promovida por los medios que se llaman de información pero que básicamente son de persuasión, controlados por aquellos dioses" (http://www.revistarambla.com/v1/sociedad/denuncias/3215-el-neoliberalismo-como-opio-del-pueblo). Se repite la historia del poder religioso como herramienta del miedo y dique de contención de los poderes fácticos. En este caso, podemos hablar de una religión que bebe de los postulados del protestantismo (Weber, 2011) y que termina mutando en un tipo de religión desprovista de pudor y de andamiaje moral. La conjugación de sus elementos cuajan en un tipo de deidad instintiva, depredadora y salvaje cuyos rasgos definitorios dibujan un perfil masculino, egoísta, inmoral, ambicioso, competitivo, destructor y -por supuesto- todopoderoso: ¿Donald Trump?

La labor evangélica se desplaza del monasterio, la sinagoga o la mezquita hacia los medios de comunicación financiados por los bancos. Su mensaje se adapta perfectamente a los tiempos posmodernos del fogonazo estético y el titular ramplón. Que si el demonio va a Venezuela, que si el advenimiento del apocalipsis será causa de la ruptura territorial, que si el diablo quiere sentarse en el sillón de Dios, bla, bla, bla. Las argucias para atraparnos en Sión son innumerables. De hecho, todos tenemos de alguna manera grabado en nuestro subconsciente sus premisas básicas. ¿Quién no ha sentido en algún momento complejo de inferioridad o de superioridad? ¿quién no ha utilizado su lenguaje ambiguo? ¿quién no ha pensado en términos de producción y efectividad para intentar comprender decisiones políticas sospechosas? ¿quién no ha votado al PSOE pensando que votaba a la izquierda?

Tristemente el espectro político creado por nuestro imaginario social distribuye la ideología sobre un eje bipolar en el que caben medias tintas tales como el centro-izquierda y el centro-derecha. Medias tintas que camuflan una realidad ocultamente manifiesta: la defensa de la hegemonía cultural, política y económica de los dueños de los bancos y las grandes empresas sobre la mayoría social. De ahí que la autodenominada socialista Carme Chacón hable de agilizar los deshaucios para proteger a los propietarios (https://www.youtube.com/watch?v=EWaL1OKiVKw). 

Estamos hartos de acudir a la vulneración sistemática de los postulados básicos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por parte de quien toma en las sombras las riendas del poder. Los refugiados piden auxilio y obtienen principalmente como respuesta los ecos de su sufrimiento y el rechazo institucional. La gente duerme en la calle mientras en España hay más de TRES MILLONES DE VIVIENDAS VACÍAS (http://www.publico.es/actualidad/espana-millones-viviendas-vacias.html). Los hospitales no dan abasto por falta de recursos y nos obligan a rescatar el bolsillo de los banqueros sobre la premisa dogmática de la “estabilidad de los mercados". Los ricos son más ricos y los pobres más pobres. Lo público palidece mientras el socialista Sánchez firma un acuerdo de investidura de corte neoliberal con el hermano Rivera. El escenario es aterrador.

Ante esta situación sólo queda contestar a una pregunta, ¿qué podemos hacer? Pues a mi modo de ver, lo que políticos otrora denostados por los medios propagandísticos como Julio Anguita defienden: pelear con argumentos y dar ejemplo a ras de suelo sin delegar nuestra responsabilidad individual en los políticos. Apuntar más allá de los títeres de la casi inminente “Gran Coalición” y destapar las sombras trajeadas. Atacar con nuestra crítica la retaguardia del sistema e incluir en ella a los auténticos poderosos que nos empujan sin piedad hacia esta miserable situación. Personalidades faraónicas como Botín, Pérez, Ortega, Draghi, Lagarde o Vasile.

Debemos informarnos, leer, dialogar, escuchar, razonar. Ser valientes y dar visibilidad a las verdades socavadas o tergiversadas por la poderosa maquinaria de grupos propagandísticos como PRISA. Ir más allá de la espuma del día a día y cuestionar nuestros prejuicios acudiendo a la cultura. Una cultura gramsciana que se retroalimenta en el diálogo con uno mismo y que debe proyectarse hacia fuera: "[cultura como] organización, disciplina del yo interior, apoderamiento de la personalidad propia, conquista de una consciencia superior por la cual se llega a comprender el valor histórico que uno tiene, su función en la vida, sus derechos y sus deberes" (Gramsci, 2013, p. 22)

-Antonio Gramsci, Antología, Madrid, Akal, 2013.
-Juan Andrade, Julio Anguita, Atraco a la memorida: un recorrido histórico por la vida política de Julio Anguita, Madrid, Akal, 2015.
-Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, México D. F., FCE, 2011.



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