No
aguanto más. Lo veo en la tele, lo escucho en la radio y lo leo en
internet: según los sondeos, "Ciudadanos" es la fuerza que
más crece de cara a las elecciones generales del 20 de este mes.
¿Qué nos pasa a los españoles? ¿sabemos a quién votamos? Me
cuesta creerlo teniendo en cuenta las consideraciones de mucha gente
que afirma que dicho partido es de centro-izquierda. Es algo que me
revuelve las entrañas y me obliga a vomitar lo que en mis vísceras se
gesta como consecuencia de tanto empache mediático y de los efectos
secundarios que implica asistir al juego del trilero.
Como
pasa en lo íntimo, todos tenemos algo de nuestra madre y de nuestro
padre. El caso de uno de los adalides del ¿cambio?, el niño bonito
de los oligarcas económicos, Albert Rivera, no es ajeno a este ancestral fenómeno humano. Guapo, trajeado y hablador es para
el IBEX 35 lo que el hueso al perro, el combustible al coche y el
Candy Crash a Celia Villalobos: una divina revelación. El nuevo
juguete para fardar y asustar a los otros niños deja obsoleto un
Furbyjoy que sólo sabe decir "...es el alcalde el que quiere
que sean los vecinos el alcalde". Este nuevo artilugio ofrece
además de las prestaciones tecnológicas propias de la nueva
generación -como un molón anticorruptor-, prestaciones
mágico-chamánicas tales como la sanidad pública con copago, el
contrato único para acabar con los temporales o el sofocante
complemento salarial público para ¿ayudar? al trabajador y
encumbrar al empresario más allá del Nido de Águilas.
Este
idilio amoroso entre el que tiene y el que quiere que éste siga
teniendo ha sido, por fortuna, capturado episódicamente por los
medios de comunicación. Pienso en las cartas de amor eterno y
fidelidad escritas en periódicos como El Mundo, El País o ABC.
Pienso en las entrevistas enjuagadas con vaselina de la mano de
profesionales de lo audiovisual como el ¿imparcial? Pablo Motos.
Pienso en su afanoso groupie Eduardo Inda traqueteando sus tensas
mandíbulas en un ejercicio de amor kingkongniano en el que es
asediado por Pablo Iglesias "el rojo radiactivo amigo de Satanás que si
lo miras te quedas ciego y sin reyes magos". Y sobre todo,
pienso en una parte importante de votantes potenciales que ven en
aquél una promesa de cambio y de progreso posicionado en el centro,
aunque basculado hacia la izquierda. Pienso, pienso y pienso y sufro,
sufro y sufro. ¿Por qué? Porque me acuerdo del 15-M, de los
indignados y de la gente en la calle al grito de "Basta ya".
De los desahucios, de los recortes y de los plasmas.
La
ilusión del cambio ha sido vilipendiada con artificio e ingenio.
Esto último, hay que reconocérselo a los faraones de las multinacionales
del presente. Han cogido a un tipo de edad similar a la del otro
tipo, le han cubierto de atrezzo, así como dotado de numerosos
apoyos, y le han dicho: "Mira, Albert, el rebaño está
descontrolado y se ha escapado de la hacienda. Ya sabes cómo se
mueven en masa, los asustas un poco, les cuentas una historia que
parezca seria y, sin que se den cuenta, nosotros nos encargamos de
dirigir sus pasos utilizando los medios de comunicación para que
vuelvan, sumisos y satisfechos, a donde les corresponde. A cambio, te
prometemos que podrás cumplir tu sueño: ir a la Casa Blanca y
hacerte una foto con otro de nuestros representantes".
Así
se lo montan los grandes magnates y así nos las comemos nosotros. El
resultado no puede ser más redondo si atendemos a las encuestas. Y
no puede ser más meritorio si observamos lo atractivo del sonsonete
que reza que "Ciudadanos" es un partido de
centro-izquierda.¿A que a ninguno de nosotros nos resultaría
sencillo convencer a alguien de que un coche negro es blanco?
Conseguirlo sería toda una hazaña de retórica persuasiva. Para la
banda del IBEX 35 es moco de pavo. Ellos lo harían. Nos dirían que
los cerdos vuelan, que el agua está seca o que el dinero público no
se puede invertir en la gente. Y nosotros también lo haríamos. Nos
lo creeríamos todo.
¿Qué
pasó con aquel mayo de 2011 cuando en las calles de toda España
resonaba la percusión de las cacerolas, se respiraban ambiciones de
cambio y se acampaba en los ayuntamientos? Pues que, al parecer, todo
se trataba del prólogo de una novela de aventuras ambientada en un
lugar llamado Venezuela, donde el señor Oscuro Monedero forjó un
trabajo mediante el uso de tenebrosas artes para hundir al pueblo
español en las tinieblas. Una novela cuyo argumento -ojo spoiler-
cuenta las aventuras y desventuras a las que Albert de Rivendell
tendrá que hacer frente para devolver a las gentes medias al lugar
que les corresponde: la servidumbre.
Por
suerte, la aguja del tiempo aún no ha dictado sentencia definitiva y
el talón de Aquiles sigue a tiro. Es la hora del puño en la mesa,
de la lucha de David contra Goliat y de tensar la
cuerda, sin olvidar su regla más básica: gana el que tire con más
fuerza. Permitámonos la licencia taliónica de responder con la
fuerza de la unión a los que con la fuerza de los recursos pretenden
nuestra capitulación.